Verdad y Mentira
Una vez Verdad y Mentira se encontraron en el
camino.
-Buenas tardes –dijo Verdad.
-Buenas tardes –respondió Mentira-. ¿Cómo te va
últimamente?
-Me temo que no muy bien –suspiró Verdad-. Son
tiempos difíciles para alguien como yo.
-Sí, ya veo –dijo Mentira, echando una ojeada a las
ropas harapientas de Verdad-. Parece que hace tiempo que no pruebas bocado.
-A decir verdad, así es –admitió Verdad-. Nadie
quiere emplearme hoy en día. Dondequiera que voy, la mayoría de la gente me
ignora o se burla de mí. Es desalentador, te lo aseguro. Empiezo a preguntarme
por qué lo soporto.
-Exactamente, ¿por qué? Ven conmigo, y yo te
mostraré cómo llevarte bien. No hay motivos para que no puedas comer
opíparamente, como yo, y vestir la mejor ropa, como yo. Pero debes prometer que
no dirás una palabra contra mí mientras estemos juntos.
Verdad hizo esa promesa y convino en llevarse bien
con Mentira por un tiempo, no tanto porque le gustara su compañía sino porque
tenía tanta hambre que desfallecería si no comía nada. Anduvieron por el camino
hasta llegar a una ciudad, y Mentira lo condujo hasta la mejor mesa del mejor
restaurante.
-Camarero, queremos las mejores carnes, las
golosinas más dulces, el mejor vino –pidió, y comieron y bebieron toda la
tarde. Al fin, cuando ya no pudo comer más, Mentira se puso a golpear la mesa
llamando al gerente, que acudió a la carrera.
-¿Qué clase de lugar es éste? –protestó Mentira-.
Hace una hora que le di a ese camarero una pieza de oro, y todavía no nos ha
traído el cambio.
El gerente llamó al camarero, quien dijo que ese
caballero no le había dado un solo céntimo.
-¿Qué? –gritó Mentira, llamando la atención de
todos los presentes-. ¡Este lugar es increíble! ¡Vienen a comer ciudadanos
inocentes y respetuosos de la ley, y ustedes los despojan del dinero que han
ganado con tanto esfuerzo! ¡Son un hato
de ladrones y mentirosos! ¡Me habrán engañado una vez, pero nunca más me verán
de nuevo! ¡Tenga!
–Le arrojó una pieza de oro al gerente-. ¡Pero esta vez tráigame el cambio!
Pero el gerente, temiendo por la reputación de su
establecimiento, se negó a aceptar la pieza de oro, y en cambio le llevó a
Mentira el cambio de la primera moneda que él afirmaba haber dado. Luego llevó
al camarero aparte, y lo acusó de pillastre, y amenazó con despedirlo. Y por
mucho que el camarero insistía en que ese hombre no le había dado un céntimo,
el gerente se negaba a creerle.
-Ay, Verdad, ¿dónde te has escondido? –suspiró el
camarero-. ¿Has abandonado a los trabajadores?
-No, estoy
aquí –gruñó Verdad para sus adentros-, pero el hambre me nubló el juicio, y
ahora no puedo hablar sin romper la promesa que hice a Mentira.
En cuanto estuvieron en la calle, Mentira soltó una
risotada y palmeó a Verdad en la espalda.
-¿Ves cómo funciona el mundo? Me las apañé muy
bien, ¿no crees?
Pero Verdad se alejó de su compañero.
-Prefiero morirme de hambre a vivir como tú –dijo.
Y así Verdad y Mentira siguieron cada cual su
camino, y nunca más viajaron juntos.
En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se
justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el
buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente
que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la obligación
de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que
provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe
haber.
La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.
Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.
La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.
Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.
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Actividades.
Responde las siguientes preguntas
a) ¿Cómo vivía Verdad?
b) ¿Cómo comía y vestía Mentira?
c) ¿Qué hicieron en el restaurante?
d) ¿Le salió bien a Mentira?
e) ¿Qué decidió Verdad?
f) ¿Por qué no hemos de decir mentiras?
DERECHOS DE AUTOR: tomado de http://www.aplicaciones.info/valores/vahu46a.htm
LA SINCERIDAD | |
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2. ¿Tipos de sinceridad? Se habla de varios modos de sinceridad:
4. ¿Qué beneficios proporciona la sinceridad?
Engañarse a sí mismo suena ridículo, pero la realidad se muestra diferente y no es fácil reconocer los propios defectos.1. ¿Dificultades para la sinceridad con uno mismo? Son principalmente dos:
2. ¿Se trata de engañar a la gente? No se trata de engañar a la gente, sino de proteger un poco la intimidad. Esta protección es innecesaria en el cielo donde nada hay que ocultar, ni nadie va a pisotear. Pero en la tierra las burlas y cuchilladas son abundantes, y por este motivo la sinceridad no debe ser absoluta con todos, aunque sí se debe decir la verdad a todos. 3. ¿Dificultades para ser sinceros con los demás?
6. ¿Es necesaria la sinceridad en la dirección espiritual? Cualquiera sabe la respuesta. Sólo con esta sinceridad se obtienen los beneficios del apoyo y consejos adecuados. |
DERECHOS DE AUTOR: tomado de http://www.ideasrapidas.org/sinceridad.htm